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Hoy vamos a hablar de cuidados. Algo completamente necesario en cualquier relación afectiva, sea del tipo que sea.
Los cuidados en este contexto hacen referencia a todo aquello que el vínculo necesita para poder funcionar adecuadamente, para cultivarlo bien. Porque la idea de que las relaciones se llevan en automático la descartamos hace mucho tiempo.
Hablar de cuidados está de moda. Al igual que hablar de responsabilidad afectiva. De hecho, para mí los cuidados son uno de los pilares principales de la responsabilidad afectiva. Y a mí me parece maravilloso porque ayuda a visibilizar este tipo de conceptos y a despertar la curiosidad en la gente a la hora de informarse, revisarse y trabajarse. Pero observo como a veces hay mucho discurso impostado, y luego poca o ninguna congruencia con los hechos.
Dentro de los cuidados básicos entrarían la escucha activa, la comunicación, la empatía, el respeto, la gratitud…pero además de esto, cada persona necesitará una cosa diferente en cada momento diferente. ¿Qué quiere decir entonces lo de ser congruentes entre lo que decimos y lo que hacemos?
Cuidar, más allá de comunicar, respetar, escuchar…es estar. Es presencia, es acompañamiento, es afecto. No solo es lo que haces sino como lo haces, desde dónde lo haces. ¿Desde la honestidad y la autenticidad o desde el piloto automático de decir sí a todo, sin pensármelo en profundidad, simplemente para evitar conflictos y salir rápido de esta conversación incómoda?
Y como sé que es un tema un poco abstracto, se me ocurren algunos ejemplos:
-Acepto participar en compartir un momento determinado contigo (aparentemente te estoy cuidando al aceptar involucrarme en esto que me pides), pero luego no hago por buscar el hueco para estar ahí (falta de congruencia con lo que te dije).
-Me dices que para ti es importante que te diga alguna verbalización de algo (palabras de afirmación, como decirte te quiero) pero no lo hago a menos que me lo recuerdes.
-Acordamos que vamos a tener cierto tipo de comunicación (por ejemplo, hablar por las noches de qué tal el día), pero luego no hay compromiso por mi parte con eso y se me pasa o no lo busco yo.
Evidentemente, todo el mundo tiene sus circunstancias, por eso hay que llegar a acuerdos respetuosos para ambas partes, y actuar siempre desde la flexibilidad, la comunicación y el autoconocimiento (¿quiero yo esto realmente? ¿puedo cubrir la necesidad de esta persona o pone en peligro mis propias necesidades?) no se trata de comprometerse a muerte con todo, y si un día no lo cumples, ya me estás fallando. Se trata de ver qué papel ocupan los cuidados para cada uno y ubicarlo en el lugar que tenga más sentido.